miércoles, 13 de julio de 2011

LA ÚLTIMA PICOTA


La última picota se hallaba confinada en una urna de cristal del Museo de Londres. Su especie fue condenada a la extinción por el intento de atragantamiento de una influyente autoridad. Las guindas, mucho más inofensivas, ocupan ahora su lugar.


Un buen día, unas manos infantiles curiosas abrieron la urna y cogieron la fruta, pero la alarma sonó, y con la confusión la cereza cayó al suelo y empezó a rodar, y rodando llegó hasta la calle. Allí, perseguida y angustiada se camufló en una roja cabina de teléfonos donde se deshizo del rabillo que la estorbaba. Cuando se hizo la noche, siguió rodando,  hasta que dio con un mercado y allí, camuflada como tomate cherry, cruzó a Francia, donde fue acogida por unos rabanitos en una cajilla cuyo destino era el norte de Extremadura. Tras varias horas de viaje, el olor a tierra húmeda le descubrió un profundo y verde valle desde el camión.
-¡Era su momento, ahora o nunca!-
Así que saltó con todas sus fuerzas y rodó ladera abajo hasta un huequecito en la tierra. Una vez dentro supo que había llegado a su destino, se acurrucó y esperó a que la lluvia y el calor hicieran su trabajo, y con el paso de los años, un joven pero fuerte cerezo vuelve a pintar la primavera de flores blancas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario